Tierra de Cárteles: la realidad de la cercanía

La reglas de una película son, como las de cualquier relato literario, de estructura sencilla. Hay una tramas, personajes, contextos y transformaciones. Para que una cinta funcione el o los personajes deben atravesar o ser atravesados por la trama y convertirse en sus mejores o peores versiones de sí mismos. Esto funciona siempre en la ficción pero ¿El documental lo logra? Con «Tierra de Cárteles», la cinta escrita, producida y dirigida por Matew Heineman, la conversión es todavía más real, dolorosa y controvertida.

Para quienes conocemos el contexto no resultará díficil comprender los presupuestos del documental. En él se narran dos visiones acerca del fenómeno de la autodefensa; por un lado tenemos a un grupo de «cazainmigrantes» sacados de cualquier parodia promedio del yanki quienes se dedican a vigilar la frontera de Arizona de los «centinelas» -como ellos suelen llamar a quienes monitorean la frontera para ayudar a los cárteles a pasar droga- y los invasores de su país. De manera paralela, y casi protagónica, tenemos la bien conocida historia de los autodefensas del estado de Michoacán o mejor conocidos como policía comunitaria. Es esta segunda historia, que tiene mayor peso en el documental, nos lleva y da seguimiento al vocero y líder Dr. José Manuel Mireles Valverde quien se muestra como el claro ejemplo de una transformación.

Quizá el fallo del documental es el forzado paralelismo entre los autodefensas michoacanos -que nacieron combatiendo a los Caballeros Templarios- y el grupo de antimigrantes, que cayendo en el cliché de white people no ofrecen el contraste suficiente. Pero resulta por demás interesante que el director haya elegido estos dos flancos para narrar una historia bien conocida: la de los vigilantes que cansados de su situación y viendo por la seguridad de quienes quieren proteger, acaban alejados de éstos últimos. El Dr. Mireles, hacía el final en una conmovedora toma de primer plano, confiesa estar conciente de sus errores. Durante el documental podemos observar y ser testigos del nacimiento, la expansión, la corrupción y el destino de los policías comunitarios, quienes acabaron siendo la polémica Fuerza Rural que se muestra al inicio del filme. Al contrario, en el caso del grupo vigilante de la frontera, no observamos en ningún momento una situación extrema, algún enfrentamiento y jamás se llega a comprender si su lucha tendrá alguna finalidad más allá de sus convicciones moralistas. Para los casi paramilitares de Arizona existe el bien y el mal y en su cosmovisión maquiavélica los extranjeros representan el lado oscuro mientras ellos se ostentan como la luz y lo bueno.

En cambio, siguiendo al Dr. Mireles, el gran acierto del documental es mostrar los claroscuros del movimiento de los autodefensas, quienes valiéndose de las armas, métodos y estrategias de sus enemigos, terminaron paradojicamente emulando a estos. Hay en las últimas palabras del vocero cierta sensación de pesimismo y derrota, que con las imágenes de Estalisnao Beltrán «Papá Pitufo» abrazando al ex comisionado para la Seguridad y el Desarrollo de Michoacán Alfredo Castillo confirma la conversión. Si a quienes vimos el documental algo nos conmovió, indignó y nos incomodó fue la cercanía de estas imágenes. Vimos en la pantalla no una historia lejana, no un guión con giros de tuerca o personajes delíneados. Observamos, y eso es lo terriblemente elogiable de este documental, una historia real, cercana y que aún no se termina de contar. Asistimos pues a la recapitulación, revelación y consolidación de una historia dolorosa, la historia de nuestro Michoacán secuestrado, manipulado, ensangrentado y finalmente machacado como banquillo de experimentos.

Acuda estimado lector a ver «Tierra de Cárteles» y olvídese de los reportajes que ha leído o las declaraciones de tal o cual político. La realidad, que es más digerible con el tiempo y através de la fotografía de alta definición, a la cual se enfrentará será otra. Si bien el antecedente de «Narcocultura» (otra joya que todo mexicano debe ver, pensar y volver a ver) marcó un hito, «Tierra de Cárteles» deberá mantener esa fuerza que otorga la creación y la denuncia.

Ya dependerá de la audiencia, los medios y los involucrados en el tema que lo visto en las pantallas repercuta o no y las polémicas declaraciones escuchadas tengan su eco. Mientras tanto, nosotros desde nuestra trinchera seguiremos esperando a que los personajes del documental se conviertan en la mejor versión de sí mismos. De eso depende nuestra tranquilidad como habitantes de Michoacán.

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